Entre llamadas
Posted on | 27.11.08 | 2 Comments
¡No puede ser, qué inepta! Ya llevás casi una hora en esa llamada. Le has explicado, mínimo, unas cinco veces a la señora que esto no es problema del Internet; es su computadora y eso no lo puede arreglar esta compañía. Y ¿todavía no capta? Bueno, le explicás otra vez. Dice que ya entendió y le aconsejás contactar a un técnico local o a su vendedor. ¿Que por qué? ¡Pero si se lo acabás de explicar! ¡PUTA! Lo peor es que hasta enojada te salió.
La ponés en espera porque después de una hora tu paciencia ya ni existe. Tirás los audífonos, le pegás al escritorio, a las paredes del cubículo y puteás a la vieja incompetente. Sentís un nudo en la garganta; es un grito desesperado, ahogado. Si estuvieras sola ya hubieras chillado, pero ahora no querés hacer el ridículo. Sí, definitivamente, a este tipo de personas hay que prohibirles estar cerca de una computadora.
Alvaro, sentado a tu izquierda, te mira y se ríe. Acaba de salir de otra igual. Montiel solo pasa, te masajea los hombros tres veces y te dice que te relajés. ¡¿Que te relajés?! Ojalá te pida supervisor para que le pasés la llamada. El Droopy te jode por la cara de mal trago que tenés y te dice que le digas que si en diez segundos no enciende, que corra porque le va explotar esa mierda. Ja, torpe. Meme dice que le digás que el “chichín de la piruleta” se ha roto y tenés que mandar a un técnico para que revise el “matrix”. Increíblemente, le funcionó la vez pasada.
Ya te pasaste de los dos minutos en “hold”, pero que siga esperando la mujer. Que se quede ahí hasta que te calmés porque vos ya la esperaste una hora. De todas formas, la grabación nadie la va a oír por ser tan larga.
Pensás en el mundo exterior. Podrías estar estudiando historia, llevás seis de promedio; o leyendo uno de los seis libros que tenés en la mesa de noche, los que has dejado a medias; escribiendo; o estar en el taller de teatro con el Chepe y el Pablo; talvez un café con la Sopa; fumandote un cigarro; hacer la tarea de redacción; o encontrarle formas a las nubes... Cualquier cosa, carajo, pero no esto. ¿Y si mejor te vas a sentar, en la esquina de la UCA, a vender pulseras con Luis?...
Resgresás con la señora y le agradecés por su espera. Comienza a repetirte, por décima vez, el problema que entendiste a la primera y al que ya ofreciste una solución. Sí, señora, sí. Ella sigue. Bueno, o le comenzás a hablar fuerte o no salís de esta llamada. Le repetís que si su computadora no enciende, no quiere decir que no tenga Internet. Es más, no tiene nada que ver con el Internet, señora. Una computadora enciende con o sin Internet. Si su computadora no enciende, no lo podemos arreglar en esta compañía. Si su computadora no enciende, tiene que llamar o a un técnico local, a su vendedor, algún amigo, al vecino, un familiar, o a quien sea, para que se la arregle. Aquí no se puede. ¿Ya?
¡Al fin! Dice que ya entendió. Seguramente no, y va volver a llamar más tarde o mañana. Probablemente ni te caiga a vos la llamada de todas formas, pero te chinga las métricas. Ya, ¿qué importa? Antes de que vuelva preguntar, agredecés por llamar a esta compañía donde valoramos sus negocios. Buenas noches.
A saber en qué estabas pensando. Dijiste que solo iban a ser seis meses, mientras entrabas a la U. Mirate. Ya llevas un año tres meses en lo mismo y sin vacaciones. Ya se te volvió un tedio. Pero vamos, respirá profundo y contá hasta diez, o hasta cien si es necesario, que sin esto no comés ni estudiás.

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5/12/08 7:37 p. m.
Maaaaaaaje (supongo que ya sabes quien te escribe ;D), jajaja. Esta es una de las historias que más me ha gustado de las que vos has escrito, es que te oigo contándome alguna tarde de tu vida XD
6/12/08 4:45 p. m.
Hey, qué hecho mierda... Pero, es cierto... ¡GRACIAS! Jajajaja