Marilyn, just like heaven

Posted on | 19.11.10 | No Comments

Todo eso pasó porque sos necio, terco y bien imbécil. Desde que la viste en Ateos pensaste que esa mujer era tuya para siempre; qué imbécil.

La habías visto antes en aquel bar y hasta te la podías por nombre. Hoy no andaba esquivando bolos, estaba sentada en la mesa de la esquina, inhalando humo azul entre botellas de cerveza y dos amigos. La mirabas desde el bar, estaba más seria que nunca. En eso se acercó a la barra y le dijo a Henry que maldición, todo es una mierda. Y él contestó que tranquila, mi amor, todo está bien; un vodka en la casa para que se calme. Le dio las gracias, cariño y le pidió su canción. Se lo tomó de un solo trago y bailó show me, show me, show me how you do that trick. Cuando te vio dijo que te conocía. Pues, sí, en aquel bar, le explicaste y te dio la mano. Mucho gusto, como si no se hubieran hablado nunca, soy Marilyn, ¿y vos? Leo, Leonardo, Leo. Qué idiota, de veras.

Te preguntó si bailabas, que mejor se fueran al Café, Ah?, aquí al lado. Le dijiste que sí, que fueran todos. Regresó a su mesa, cogió sus cosas y te jaló hasta la calle. Comenzaron a caminar en dirección al bar y preguntaste que porqué no iba nadie más. Porque sus amigos la aburrían; solo aspiraban por la paz y ella quería aspirar otra cosa. Propusiste que mejor se fueran a tu casa, aquí cerca, en carro, que ahí podías ayudarla con eso. And I promise that I’ll run away with you. I’ll run away with you.

Le serviste ron en tu casa. Ella quería seguir bailando y puso música mientras preparabas dos líneas con tu navaja. Puta, con eso matás a alguien, Leo, tené cuidado. Sí, Marilyn, podría, pero vos tranquila que yo también quiero paz en el mundo. Bailaron juntos, bebieron más ron, esnifaron otra línea. A la tercera, siguió bailando muy sensual, mirándote con esos ojos grandes y grises. Parecía un demonio. Quiso jugar a quitarse la blusa. Se acercó más y los dos jugaron a besarse, a quitarte la camisa, quitarle el sostén, a desabrochar pantalones, lamerse, tocarse, meterse en cada rincón. Y así, entre gemidos hasta que no pudieron más y sus rostros se descompusieron.

Se fue en la madrugada porque la esperaba en casa alguien que a veces se comporta como un perfecto idiota, pero creo que lo amo, sabés. Tranquila, mi amor, que te llevo en mi carro, pero no quiso. Entonces que la acompañabas a conseguir un taxi que ya era tarde y no era hora para andar sola en las calles de esta puta ciudad y ella que estaba de acuerdo. Caminaron riéndose a carcajadas, jugando a besarse y quedaron en verse de nuevo.

Entonces comenzaste a visitarla más seguido en aquel bar. En sus recesos te miraba con sus ojos de demonio y jugaban a descomponerse la cara en tu carro, en el baño. A veces también jugaban en sus días libres, en tu casa. En una de esas te enteraste que las cosas en la suya no estaban bien, pero que lindo que es jugar con vos. Spinning on that dizzy edge I kissed her face and kissed her head and dreamed of all the different ways I had to make her glow. Why are you so far away? Entonces, todo comenzó a hacerse aburrido; jugaban un rato cuando ella quería y siempre con la conciencia de la piedra.

Te diste cuenta que apenas tenías una parte, la querías toda. Ese demonio debía ser tuyo. Esos ojos grises, su pelo negro, sus labios rojos, su pechos, sus muslos, sus piernas, sus dedos. Toda. Enterita.

Después de ese día Marilyn te esperó en la entrada de aquel bar. A lo lejos la viste más delgada que nunca, tenía un cigarro en una mano y se recostaba en la puerta de la entrada. Te acercaste a saludarla con un beso, pero tus labios se perdieron en su mejilla. Te dijo que ya no más, Leo, que esto tiene que parar porque vos estás loco por pedirle que fuera tuya. Toda. Enterita. Y pensándolo bien, el tal Santiago, al parecer, se estaba portando bien desde aquella noche que no llegó a dormir hace unos meses, ya no lo volvió a hacer. Mejor ya no, Leo.

La miraste con sorpresa y desprecio. Won't you ever know that I'm in love with you? That I'm in love with you? Le dijiste que esto no se iba a quedar así porque vos sabías, desde que la viste en aquel bar, que ella era para vos. Marilyn, pensalo, esta es la última vez que me vas a ver. Es que vos sos necio, Leonardo. Necio, terco y bien imbécil.

La esperaste a que saliera. Salío más temprano de lo usual. Por ese sí lo hacía, pero aunque vos le rogaras siempre necesitaba el dinero. Es más, hasta trabajaría tarde. La seguiste. Caminaba bastante rápido, comenzó a llover y te dieron ganas de pedirle que subiera al carro. Marilyn, subí. Que no, Leo, andate, ya casi llego te dijo con los ojos endemoniados. Insististe una vez más y volvió a decir que no, entonces aceleraste. Diste una vuelta, la viste a lo lejos, más delgada que nunca y te fuiste despacio, detrás de ella.

Se metió en un edificio que tendría unos diez mil pisos. Construyen edificios tan altos estos días. Parqueaste el carro y la viste subir al elevador que paró en el séptimo piso. Subiste por las escaleras. La puerta del único apartamento estaba abierta. Entraste. Alguien reía entre gemidos en el cuarto. Te acercaste en silencio a la ventana y la viste subirse a un taxi. Los gemidos se detuvieron después de uno largo y desgarrador. Luego te asomaste al cuarto y un hombre besaba a una rubia. Sí que es pendejo este hijueputa. Escuchaste sus pasos acercarse y lo esperaste en lo oscuro, afuera del cuarto, en la sala. Jugabas con la navaja entre los dedos. Cuando encendió la luz te vio parado detrás de él y no le diste tiempo ni de reaccionar. Cortaste su garganta y atrapaste en tu mano el pequeño grito que se le escapó. Después seguiste atravesando su pecho, su abdomen, su pecho, su abdomen. Cuánta sangre. Qué cosa tan seria.

Cayeron al suelo. Detrás de vos un grito agudo de una rubia asustada. Qué te callés o te mato a vos también. Y en el fondo, el intento fallido de unas llantas por frenar y el sonido del metal golpeando a más metal. Los dos miraron hacia la ventana y vos saliste corriendo antes de que la rubia volviera a reaccionar.

Huiste y volviste a escuchar el grito agudo de la rubia angustiada mientras corrías hacia las gradas. Saliste de ese edificio asustado, con la navaja todavía en la mano. Aún llovía. A mitad de la calle te detuviste y miraste hacia la esquina. Un taxi retorcido. Marilyn.

La policía te encontró llorando al lado del taxi. I opened up my eyes and found myself alone, alone, alone, above a raging sea that stole the only girl I loved. Cuando abriste los ojos, alguien te preguntaba si hey, loco, tenías hambre, viejo, ¿ya comiste? En la cara te meneaban un guineo. Comete eso, pero con la cáscara, así se comen los guineyos aquí. Miraste a tu alrededor. Había por lo menos treinta hombres con sus ojos clavados en vos, todos recostados en las paredes frías. Un teocolote te observaba desde una de ellas. Apenas cabían. Mordiste el guineo con la cáscara y el tipo pequeño, moreno, con la cara tatuada dijo que este se portaba bien, que no había desvergue. Entonces todos se sentaron de nuevo y te hicieron un espacio debajo del tecolote. Cerraste los ojos y soñaste con Marilyn. You, soft and only you, lost and lonely you, just like heaven.

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